domingo, 16 de noviembre de 2014

Sufrir el invierno

14/11/14

Sufrir el invierno

OPINIÓN de Noemi Portela Prol.- Con la llegada del invierno millones de personas han de combatir el frío sin poder encender la calefacción. Servicios necesarios como la luz o el agua suponen para ellos un gasto al que no pueden hacer frente. Es la llamada pobreza energética, una realidad que crece año tras año con importantes consecuencias en aquellos que la padecen.

Pobreza energética se refiere también a los casos en los que se ha de destinar más de un 10% de los ingresos totales en el pago de estos recibos. El desempleo, la reducción de salarios, el constante aumento del recibo eléctrico y la mala calidad de las viviendas son algunas de las principales causas. Las consecuencias, mucho mayores.

En España, la situación se ha agravado en los últimos años a consecuencia de la crisis económica. Cuatro millones de ciudadanos tienen dificultades para mantener su hogar a una temperatura adecuada, fijada entre los 18º C y 21º C. Además, de 2010 a 2012, el número de personas con gastos de energía desproporcionados aumentó en dos millones, según el informe “Pobreza energética en España 2014” publicado por ACA (Asociación de Ciencias Ambientales). Estos datos ponen de relieve el cambio de tendencia de esta realidad que antes afectaba a personas en riesgo de exclusión social y que en la actualidad sufren miles de familias vulnerables. El desempleo se erige como principal causa.

La pobreza energética no solo afecta al bienestar en el hogar. La temperatura inadecuada en la vivienda produce problemas físicos y mentales, aumenta el despilfarro de energía por el mal acondicionamiento del hogar, empeora el rendimiento laboral y académico, cambia los hábitos alimentarios al tener que invertir gran parte de los ingresos en energía e incrementa las emisiones nocivas al buscar alternativas como puede ser el carbón. De acuerdo a la tasa de mortalidad adicional en invierno (TMAI) para el intervalo de 1997 a 2012, la eliminación de la pobreza energética evitaría entre 2.400 y 9.600 muertes prematuras al año, especialmente entre personas mayores de 65 años, los principales afectados.

La pobreza energética, antes invisible, se ha convertido en un objetivo a eliminar y ha logrado una importante visibilidad política en los últimos años. Desde la publicación del primer informe de la ACA en 2012 en referencia a esta materia, se han presentado, discutido e incluso aprobado diversas medidas, proposiciones de ley y no de ley para identificar a las personas vulnerables y buscar soluciones para minimizar o erradicar el problema.

En España destaca la ley pionera 8/2013 del 26 de julio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbana en la que se hace referencia a uno de los aspectos importantes de la pobreza energética: la adecuación de las viviendas para evitar un gasto energético superior al necesario. También las Comunidades Autónomas han ofrecido medidas para acabar con este problema de una forma más localizada. Es el caso del gobierno regional de Cataluña, que impulsó una ley que permitía suspender el pago durante unos meses a las personas más vulnerables, medida que, sin embargo, no tuvo el impacto social deseado al acogerse a ella solo 500 familias y que recientemente fue suspendida por inconstitucionalidad, al invadir una competencia en materia eléctrica que se supone estatal.

Fuera de lo gubernamental, diversas organizaciones se dedican a ayudar a las personas que la sufren. Con este propósito, la Plataforma Nuevo Modelo Energético organiza manifestaciones sociales mensuales contra la pobreza energética. El 10 de febrero ha sido decretado el Día de la lucha contra la pobreza energética en España para tratar de concienciar a la gente. Por otro lado, Ecoserveis y la Fundación ABD han puesto en marcha un grupo de voluntarios que ayudan a las familias a entender y reducir sus recibos eléctricos. Pequeños pasos para conseguir que las cifras se reduzcan. Mientras tanto, miles de familias han de afrontar el duro invierno. El más frío de todos.
fuentes http://www.elmercuriodigital.net/2014/11/sufrir-el-invierno.html#.VGkVxjSG_ww

Pobreza infantil en España: el drama que no queremos ver

Uno de cada tres niños en España vive al borde de la pobreza o la exclusión social. Son tres millones, pero nadie parece verlos. En Europa, apenas Rumanía nos supera en esta trágica estadística. Para preservar su derecho a la imagen, ocultamos sus rostros en este reportaje, pero ¿dónde están sus otros derechos? Vivienda, educación, alimentación... Save the Children ha dado voz a estos niños. Escuchémoslos.


La historia de Hugo
Cuando Hugo abre el frigorífico, sabe lo que va a encontrar: yogures, leche, un cartón de huevos y un blíster de embutido. Y pare usted de contar.
Eso con suerte. Su madre, Paloma, trabajaba como dependienta en un comercio, pero la despidieron con la crisis y ahora se dedica a la venta ambulante. «En los días buenos gano 10 euros; en los malos, nada», cuenta. Con esos 10 euros se tiene que apañar para alimentar a Hugo, de 4 años, y a sus dos hijas mayores (Ana, 16; y Andrea, 11). Viven en una capital de provincia. El padre ni está, ni se lo espera ni aporta nada.«La dieta básica de los niños es el menú escolar para los dos pequeños (ambos tienen beca, costeada en parte por el colegio) y el del comedor social para la mayor». Al comedor social van juntas, madre e hija. A veces también acuden a por alguna bolsa a Cáritas. «En casa, todas las combinaciones son de pan, mortadela, huevos y patatas».
Los profesores saben que, algunas mañanas, Hugo y Andrea llegan a clase con el estómago vacío.La madre acumula recibos sin pagar: varios son de la hipoteca (150 euros) y otros de la comunidad. Lo peor es la luz y el agua. En total acumula unos retrasos de más de 2000 euros. «Lo primero es comer», se justifica Paloma. Y la deuda sigue aumentando... «hasta que corten los contadores y acabe en la calle con los niños o en algún piso de acogida». Paloma pidió ayuda a su Ayuntamiento. «La respuesta que me dio la trabajadora social fue que había mucha gente como yo y no se puede ayudar a todos».Hugo apenas tiene edad para entender, Andrea es la que está más desconcertada. Pero Ana, la mayor, parece haber asumido la responsabilidad. Ayuda a su madre en el puesto ambulante. «Lo ideal sería que mi madre encontrase trabajo. Y que no se matase tanto en buscarse la vida. Lo que peor llevo es que mi madre esté triste y nerviosa por el dinero». ¿El futuro? «Me gustaría ser un montón de cosas, no sé, pero no puedo concentrarme en estudiar con todo esto», reconoce Ana.
La historia de Lara
Lara, de 11 años, ganó un premio en un campeonato escolar: 30 euros en metálico
Se los dio a su madre enseguida. «Toma, mamá, para que pagues la factura del agua», le dijo. Su madre se quedó helada. Lara explica: «Mamá me miró con una cara muy rara cuando se lo di. Se puso a cuchichear con la abuela. Pensaban que yo no me enteraba... Pero necesitamos dinero para pagar las facturas». Lara y su hermano Carlos, de 8 años son buenos estudiantes. Niños responsables. Comen en el colegio becados extraoficialmente por el propio centro. Y los gastos de vestuario, material y actividades extraescolares son sufragados por Save the Children. Cuando se aproximan las vacaciones, profesores y padres del colegio se juntan para hacer una compra grande en el supermercado y que no les falte comida cuando no van a clase.
Llegaron a España con su madre hace 8 años. Lara estaba a punto de cumplir 4 y apenas pesaba 9 kilos; Carlos era un bebé y tenía un tímpano dañado por una infección. Durmieron los tres en la misma cama de 90 centímetros durante años. La madre trabajaba como empleada de hogar, por horas. Casi nunca la dieron de alta en la Seguridad Social. La situación era difícil, pero sostenible, hasta que se quedó sin empleo. Trató de regularizar su situación, pero el tiempo de cotización que acumuló no fue suficiente para lograrlo y hoy se encuentra en situación irregular. «Salgo a buscar trabajo, pero es peligroso. La Policía me ha parado varias veces para pedirme la documentación. Siento miedo todo el tiempo y mis hijos también, de perderme, soy lo único que tienen». Su situación administrativa la excluye del derecho a la asistencia sanitaria que no se deba a una urgencia.
Según datos de Eurostat, España se sitúa en segundo lugar, solo después de Rumanía, como el país europeo con mayor número de niños en riesgo de pobreza o exclusión. Save the children atiende diariamente a 5000. Pero hay casi tres millones. La familia de Lara sufre un doble estigma. El primero: es monoparental; el 45 por ciento de los niños que viven en familias monoparentales sufren exclusión. Y el segundo: al menos uno de los progenitores es extranjero. La pobreza acecha a la mitad de los hijos de inmigrantes.
Ahora, Lara y su familia viven en el extrarradio de una gran ciudad en un piso de alquiler. Les han cortado varias veces la luz. Los servicios sociales les han comunicado que no pueden prestarles ayudas económicas, solo atención psicológica. «Voy y me escuchan... sí, algo me ayuda poder hablar», cuenta la madre. Lara es una niña fuerte, pero a veces estalla y no puede parar de llorar. Ha vuelto a dormir con su madre. «Es que también llora en sueños y así estoy a su lado cuando se despierta».
La historia de Lucas
Lucas tiene un sueño y un plan B. Su sueño es el típico de un niño: ser futbolista.
Juega en el equipo del barrio y sus abuelas le pagan la ficha (150 euros al año) y la equipación. Pero si su sueño no se cumple, Lucas tiene una alternativa. Y no es la típica de un niño. «Bueno, con tal de que haya trabajo, ¡trabajar de lo que sea!». ¿Por qué Lucas ha bajado tanto el listón de sus expectativas a la edad en que los críos sueñan con comerse el mundo? Porque ha interiorizado que es el mundo el que se come crudas las ilusiones, no al revés. Una dolorosa lección de la crisis, que ha golpeado de lleno a su familia. Lucas tiene 11 años y su hermana, Eva, 4. Sus padres, Juan y Carmen, fueron propietarios de tiendas de alimentación. «Hasta 2008 vivíamos bien, muy bien. Incluso nos compramos un apartamento en la playa. Otro crédito hipotecario, sumado al de nuestra vivienda... Fue un error. ¿De verdad que las cosas funcionan así? ¿Nos equivocamos y son nuestros hijos los que pagan por ello?», se pregunta Carmen, la madre.
Cuando las ventas bajaron, cerraron las tiendas y Juan buscó otro trabajo, pero la empresa a la que facturaba como autónomo quebró. No pudieron con las dos hipotecas y con las cuotas a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social. «Por esta deuda con la Administración nos deniegan cualquier subvención. Perdimos las becas de comedor, casi cien euros al mes por niño».
Los desahuciaron. «Eva tenía meses y ni se enteró; Lucas sí, tenía 7 años. Procuramos que no se den cuenta de las dificultades, pero no es fácil, sobre todo con Lucas, que ha pasado de tenerlo todo a esto... Ahora es más contestón. Ha repetido curso».Se mudaron cerca para que Lucas no tuviese que cambiar de colegio y no perdiese a sus amigos, pero pronto no pudieron pagar los 650 euros de alquiler. «Mi marido encontró trabajo rápido, pero solo cobra 850 euros y se nos iba casi toda la nómina (embargada en parte), más los recibos de agua, luz, gas... Y hay que dar de comer a dos niños pequeños». Cambiaron de ciudad. «Ahora pagamos 500 y, bueno, con mucho apoyo familiar podemos seguir adelante, aunque a veces nos cortan la luz por falta de pago».
No reciben ningún tipo de ayuda pública porque el sueldo del padre es superior al salario mínimo. «Nos hemos callado esto... por vergüenza. No queremos que nos tengan lástima. Queremos trabajar y salir adelante, como hemos hecho siempre. Pero tenemos una deuda con el banco de 200.000 euros que nunca vamos a poder pagar».
Una década perdida
¿Qué culpa tienen los niños de los errores de sus mayores? Ninguna. Pero ellos son los que están pagando el pato. Los últimos informes de las organizaciones líderes en la protección de la infancia causan sonrojo. Unicef ha presentado Los niños de la recesión: el impacto de la crisis económica en el bienestar infantil en los países ricos, con datos de 41 países de la OCDE desde 2008. Pues bien, 800.000 niños españoles han caído bajo el umbral de la pobreza desde ese año fatídico... Así, España se sitúa como el tercer país rico donde más aumentó el número de niños pobres, solo por detrás de México y los Estados Unidos. Y otro dato estremecedor: en Grecia, los ingresos medios de los hogares con niños se hundieron hasta los niveles de 1998, el equivalente a una pérdida de 14 años de avances en ingresos. España ha perdido una década.Por su parte, Save the Children (con presencia en 120 países) ha publicado Pobreza infantil y exclusión social en Europa, que confirma que alrededor de dos millones y medio de niños españoles son pobres y otros 325.000 corren el riesgo de serlo. «Los niños ya son los más afectados por la crisis, por encima de los ancianos, que eran tradicionalmente los más vulnerables.
La pobreza infantil es una realidad, pero es una realidad poco visible», denuncia Andrés Conde, director de Save the Children. Ojos que no ven... Esa invisibilidad se traduce en recortes en políticas sociales. España es el segundo país europeo que menor capacidad tiene para reducir la pobreza infantil a través de sus ayudas públicas. No es extraño si se tiene en cuenta que nuestro país solo destina 150 euros de media por habitante a estas ayudas, cuando en la UE se dedican unos 300 euros y en Francia se superan los 500 (Eurostat).Unicef, Save the Children y otros piden un pacto de Estado urgente contra la pobreza infantil que se sustancie en los Presupuestos Generales. «Los niños no pueden esperar a la recuperación económica», resume Conde.
La historia de María y Javier
María, de 7 años, va muy bien en el colegio y, de mayor, quiere ser veterinaria o modelo.
Pero de momento se conforma con un deseo más inmediato. «Me gustaría vivir en una casa de ladrillo, como mis amigas». Su hermano, Javier, tiene 10 años. Y va fatal. Tiene problemas en el colegio y en la calle. Viven en una casa prefabricada cedida por el Ayuntamiento de un pueblo. El pasado invierno, la habitación de los niños se incendió por el mal estado de una estufa. Tienen luz eléctrica, pero a menudo no pueden pagarla y se enganchan al alumbrado público. El calor en la casa prefabricada es insoportable en verano y el frío húmedo del invierno ha provocado que ambos niños hayan tenido serios problemas de salud en los últimos años. Javier sufrió una bronconeumonía aguda. María también estuvo ingresada por una enfermedad vírica que, según los médicos, pudo deberse a la suciedad existente en el entorno de la casa.
Los padres trabajan esporádicamente como jornaleros en el campo, pero no les da para vivir. Cobran parte del salario en negro. Vecinos, comerciantes y la parroquia les dan comida: arroz, legumbres y pasta, básicamente. Los niños apenas comen carne, pescado o fruta; solo en el colegio.Los padres están agradecidos a los vecinos por la ayuda que reciben, pero al mismo tiempo también se sienten juzgados e incómodos. Sin embargo, lo que peor llevan es la frustración de tener que contestar sistemáticamente a cualquier petición de los niños con un «a ver si se puede». Reconocen que en alguna ocasión les han pegado para que no les pidieran más cosas. «Mis papás se enfadan con la situación, no con nosotros», los disculpa Javier.
Los padres solo quieren que estudien. «Lo que sea, pero que se saquen algo que les dé una oportunidad en la vida», pide la madre. «Los hemos llevado al campo para que vean lo dura que es una jornada de trabajo, porque últimamente nos decían que para qué iban a estudiar, si con lo que se gana en el campo tendrían suficiente para comprar chuches y algún juguete de vez en cuando». María puntualiza: «Lo que más me gustaría no es comprarme cosas, sino dejar de ver a papá y a mamá tristes y enfadados».
La historia de Miguel
Miguel, de 3 años, es el menor de cuatro hermanos. Presenta los síntomas del trastorno por déficit de atención.
Todavía no le ha podido ser diagnosticado por su corta edad. Su hermano Manuel, de 5 años, también lo padece y ya está diagnosticado. La familia vive en un piso de un barrio obrero de una gran ciudad. Todos dependen de los ingresos de Cosme, el padre (unos 800 euros mensuales, aunque una parte debe destinarlos a la pensión alimenticia de una hija fruto de una relación anterior). Pagan un alquiler de 300 euros.
Celia -la madre- era camarera, pero sufrió un accidente laboral mientras estaba embarazada de Manuel y ya no se reincorporó. Además, tampoco podría por la enorme atención que demandan sus hijos, sobre todo los dos pequeños. No obstante, de vez en cuando hace algún extra, que cobra en negro. Esos días, la abuela paterna se ocupa de los nietos. También sufraga algunos gastos.
«No me gustan las peleas y los gritos de nuestros padres cuando discuten porque no llega el dinero para todo el mes», se queja Luis. Su madre reconoce que la convivencia se ha deteriorado. «Antes, la situación no era tan complicada y los mayores disfrutaron de un montón de cosas que ahora no podemos permitirnos. Los más pequeños solo han vivido lo malo».
La familia recibe ayudas puntuales: de los servicios municipales, de la parroquia... Alimentos y el pago de algún recibo. Eran beneficiarios de becas para libros de texto, pero hace dos años que no se las conceden. También tienen derecho a recibir una ayuda autonómica como familia numerosa, pero solo la cobraron el primer año. Con los recortes, España se ha convertido en el segundo país europeo que menor capacidad tiene para reducir la pobreza infantil a través de las políticas públicas. Mientras que países como Irlanda reducen su tasa de pobreza infantil en casi 32 puntos tras la aplicación de las ayudas sociales, en España la reducción no llega al 7 por ciento.
«El impacto de las carencias en los niños es definitivo. Un adulto puede pasar cierto tiempo sin ingerir proteínas, un niño no puede sin sufrir las secuelas. Se está poniendo en peligro el desarrollo de una generación que no tiene acceso a una educación, una alimentación o un desarrollo emocional adecuados. Y que arrastrarán ese déficit para siempre», alerta Andrés Conde, director de Save the Children.
(Los nombres de los niños de este reportaje son ficticios para preservar su identidad).
fuenteshttp://www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20141116/pobreza-infantil-espana-drama-7844.html

La pobreza infantil y sus efectos "devastadores" a largo plazo en los niños que la sufren

  • Las carencias vividas a temprana edad pueden tener secuelas toda la vida
  • La pobreza influye de forma determinante en el desarrollo cognitivo del niño
  • Provoca enfermedades cardiovasculares y riesgo de depresión
  • Los niños pobres pueden ser inseguros para toda la vida
  • La pobreza infantil no es solo un problema en el presente de los pequeños que la sufren. Las carencias vividas en la edad más temprana pueden tener consecuencias de por vida en el desarrollo físico, psicológico y educativo de los niños. En otras palabras, las condiciones vitales y las privaciones que tengan, sobre todo entre los 0 y 5 años, pueden marcar sus enfermedades de adulto, su capacitación para poder o no estudiar una carrera universitaria, su personalidad o sus relaciones sociales.
    Uno de cada tres niños en España (cerca de tres millones) viven en la pobreza o en riesgo de exclusión, según los últimos datos de Unicef, que alerta de que los niveles de pobreza infantil han crecido en España entre 2008 y 2012 pasando del 28% al 36%. Según Cáritas, España es el segundo país de la UE con mayor índice de pobreza infantil, superado solo por Rumanía.
    "El sufrimiento de los niños pobres de hoy será una carga para todo su futuro. La pobreza no se sufre igual siendo niño que adulto y puede marcarles para toda la vida", explica a RTVE.es la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Unicef España, Marta Arias.
    El último informe de Unicef sobre pobreza infantil- Los niños de la recesión (pdf.)- alerta precisamente sobre esto: el posible efecto "devastador" que la pobreza tendrá a medio y largo plazo en la vida de los que la sufren.

    Niños con una mayor propensión a las enfermedades

    Los niños que comen poco o mal pueden sufrir siendo adultos enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetesobesidad, anemia, descalcificación de los huesos y tener más propensión a las enfermedades respiratorias e infecciosas, según afirma el coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, José Mª Moreno.
    "Actualmente no encontramos en las consultas a niños desnutridos pero sí mal o muy mal alimentados. El cuerpo se adapta de forma sorprendente a las condiciones adversas y a la escasez de comida pero lo peor es que las consecuencias de esta situación serán más graves en el futuro que en la vida actual del pequeño. Esto es lo que más nos preocupa", asegura Moreno.
    Coincide el presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social, Jesús García Pérez, quien afirma que la actual pobreza infantil en España provocará "generaciones con esperanza de vida más corta y adultos con menos defensas y por tanto, problemas inmunológicos que pueden ser crónicos".
    En España no hay niños desnutridos, pero sí muchos malnutridos
    "Es una evidencia que se come menos carne, pescado, fruta y verdura. La variedad de la dieta es menor y la calidad ha bajado exponencialmente. A un adulto ya desarrollado esta carencia le afecta, pero en el caso de un niño le puede marcar para siempre en función de sus condiciones genéticas y ser dramático para su salud en el futuro", insiste el coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría.
    Desde Unicef también aseguran que en España "no hay niños desnutridos, pero sí muchos malnutridos". Les inquieta sobre todo que los niños se están convirtiendo en un "factor de riesgo para la pobreza en sí". "Las posibilidades de sufrir esta lacra se multiplican en hogares con niños y sobre todo en familias numerosas o monoparentales", explica la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Unicef España.

    La pobreza marcará la personalidad del menor

    Más allá de las consecuencias en el desarrollo físico, las secuelas psicológicas negativas a medio y largo plazo para un niño en situación de pobreza pueden ser también muy altas, según apuntan los expertos. 
    En este ámbito, los menores aumentan las posibilidades de desarrollar de adultos enfermedades como la depresión y trastornos como la ansiedad y el estrés, asegura a RTVE.es el presidente de Psicología sin Fronteras, Guillermo Foucé. 
    También aquí se pone de manifiesto la importancia en el desarrollo mental en los primeros años de vida. "En los cinco primeros años se ponen las bases del edificio. Es un periodo vital", asevera.
    "En un hogar con dificultades económicas, con problemas de paro y de falta de recursos se viven situaciones de estrés constante. Los niños son esponjas y absorven los gritos, la tensión y los nervios. Y eso cala en el interior poco a poco", dice Foucé, quien añade que esto deriva en problemas futuros de inapetencia vital, inseguridad y menor capacidad de emprendimiento.
    La pobreza infantil es caldo de cultivo para los "comportamientos extremos de adulto", añade: "Pueden llegar a ser personas muy explosivas o muy retraidas".
    La pobreza infantil puede llevar a personalidades marcadas por la hipocondría y la inseguridad
    El presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y catedrático en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Cano, destaca además que estos niños pueden desarrollar una personalidad muy marcada por la hipocondría y la inseguridad.
    "Los niños que observan a su alrededor dificultades constantes tienden a sentir indefensión y culpabilidad. Al no tener capacidad de entender qué pasa y por qué pueden sentirse responsables y eso lleva a la alerta constante cuando son adultos. Pueden hacerse muy hipocondríacos y muy inseguros", explica.
    El pediatra Jesús García pone de manifiesto que a las consultas llegan cada vez más niños que muestran un "gran pesimismo con respecto a su futuro" y que se sienten "solos".
    Alerta además de que las situaciones de "nervios, estrés, ira y tristeza" en el hogar, pueden llevar a que los problemas se "cronifiquen" y deriven en que esos niños sean de adultos "excesivamente temperamentales e incluso agresivos".

    El peligroso binomio pobreza-fracaso escolar

    Pediatras y psicólogos coinciden también en señalar que una de las principales consecuencias de la pobreza infantil es el fracaso escolar.
    De esta manera, la pobreza marca el desarrollo educativo del que la sufre y no solo desde el punto de vista de los recursos económicos para una mejor formación sino desde el punto de vista de la capacitación cognitiva.
    "Es duro decirlo pero las adversidades que un niño sufra en sus tres primeros años de vida marcan su desarrollo cognitivo y esto puede hacer que en un futuro un niño esté o no preparado para avanzar en sus estudios e ir a la universidad", afirma el catedrático en Psicología Antonio Cano, que lamenta que "puede darse el caso de que los recursos económicos mejoren y le permitan estudiar pero su capacidad ya mermada se lo impida".
    Así, desde Unicef aseguran que la pobreza, en muchos casos, lleva al fracaso escolar por la "enorme presión psicológica y el brutal estrés" al que se ve sometido el menor, incapaz por ejemplo de concentrarse para estudiar, lo que derivará en unas peores oportunidades laborales en su futuro.

    El 'estrés tóxico' lleva a un bucle pernicioso para el niño

    En un dramático bucle, los niños pobres o en riesgo de exclusión no solo llegan al colegio "cansados psicológicamente y preocupados y estresados por la situación en casa" sino que están "cansados también físicamente porque comen mal", apunta la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Unicef. 
    Continúa el bucle cuando muchos menores vuelven del colegio a casa y no reciben la atención necesaria y correcta porque los padres están centrados en solucionar sus problemas económicos, en buscar trabajo o, en los casos más dramáticos, en buscar comida.
    Todo lleva a lo que los expertos denominan "estrés tóxico" que puede afectar al desarrollo cognitivo y a la capacidad de aprendizaje del niño de forma drástica.
    La pobreza a veces supone un estigma para los niños
    Un estrés que aumenta además cuando los niños se ven "señalados y apuntados" en el colegio, afirma el presidente de Psicología sin fronteras, que habla del "estigma" que para muchos supone ser niños pobres.
    Unicef alerta en el estudio 'Los niños de la recesión' del peligro de crear una "generación perdida" que se enfrentará a "barreras tremendas, casi insalvables, para alcanzar su verdadero potencial".
    Niños a los que la pobreza les está marcado de por vida cuando solo han dado sus primeros pasos.
  • fuenteshttp://www.rtve.es/noticias/20141115/pobreza-infantil-efectos-devastadores-largo-plazo-ninos-sufren/1046484.shtml